Línea de Fuga
España, 2019
Cada día existen más y más personas que huyen de su país de origen a consecuencia de guerras y conflictos, de situaciones de violencia generalizada, o debido a violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Según datos aportados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), vivimos actualmente el mayor éxodo jamás registrado en la Historia de la humanidad: a 30 de junio de 2017, casi 70 millones de personas habían abandonado forzosamente sus hogares, para embarcarse en un arduo viaje a otros rincones del mundo. Las previsiones apuntan que esta cifra no dejará de incrementar.
La larga espera
Tal y como reporta la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), en 2017, 31.120 personas solicitaron protección internacional en España. Se trata, con mucha diferencia, de la cifra más elevada alcanzada en un único año.
Por primera vez, el Estado español se encontró entre los seis países de la Unión Europea que atendieron más solicitudes y, aunque el Gobierno concedió el estatuto de refugiado a 595 personas (el dato más elevado desde 1994, en plena guerra de la ex Yugoslavia), la realidad es que el porcentaje de resoluciones positivas ha descendido de forma preocupante.
Las esperas prolongadas para formalizar la solicitud de protección internacional dentro del territorio español –que el año pasado alcanzaron una media de cinco meses– tienen consecuencias terribles para las personas, quienes muchas veces quedan desamparadas e incapaces de cubrir sus necesidades básicas.
El punto de fuga
Un punto de fuga es el lugar geométrico en el cual convergen las proyecciones de las rectas paralelas en el espacio. Es un punto impropio, situado en el infinito. Existen tantos puntos de fuga como direcciones en el espacio.
Barcelona es ese un lugar en el que confluyen infinitas líneas de fuga trazadas en paralelo. Vidas que convergen en una misma ciudad, venidas desde todas partes del mundo, que abandonan sus países de origen de forma forzosa, involuntaria. Trayectorias que rara vez viajan en línea recta y, sin embargo, todas recalan en el mismo punto infinito: el lugar en el que empezar a proyectarse en otro plano. Volver a empezar de cero pese a lo que lleves en la mochila, en un entorno que en ocasiones puede resultar hostil y en el que el rechazo llega a ser una constante. El desconocimiento es la puerta por la que se abalanzan todos los temores infundados. El miedo como sistema de control para los que ni saben ni quieren conocer. Para los que la palabra distinto es sinónimo de malo, de peor, y en cuya acepción no hay lugar para el descubrimiento ni el aprendizaje.
Como documentalistas, estamos acostumbrados a viajar para tratar de comprender mejor el mundo en el que vivimos, y lo retratamos con voluntad de compartirlo, de transmitir lo aprendido. Para llevar a cabo este proyecto hemos querido que sea ese mundo el que venga a nosotros, el que llega aquí en forma de infinitas líneas, cuyas historias están impresas en el cuerpo y la memoria. Las imágenes y palabras aquí expuestas son el resultado de una serie de entrevistas en profundidad y sesiones fotográficas llevadas a cabo con sumo respeto y sensibilidad hacia sus protagonistas. Son sus retratos el lugar de encuentro voluntario desde el que proyectarse hacia los demás. Su historia es una herramienta para informar e informarnos, para admirar la capacidad de superación del ser humano, pese al ser humano.
Tejido social
Las imágenes y textos que conforman este proyecto, así como los gráficos y análisis obtenidos del proceso de investigación, han sido expuestos a pie de calle en una propuesta de gran formato que compagina estructuras de andamio con impresión fotográfica en tela microperforada. Las ampliaciones de metro y medio por metro y medio se exhibieron en la Plaça Reial de Barcelona con motivo del Año del Comercio y la Cultura, una efeméride que una a dos de los sectores más representativos de la ciudad de: el de su economía, plural y próxima, y el de su creatividad e iniciativa cultural.
“Línea de Fuga” nace dentro de este marco con la implicación de la Fundació Setba y la Associació d’amics i comerciants de la Plaça Reial, y ha contado con el apoyo de distintas asociaciones comprometidas con los derechos humanos. El proyecto está promovido por la Dirección de Comercio del Ayuntamiento de Barcelona, quien percibe en esta iniciativa la capacidad de crear sinergias y complicidades con los actores culturales y sociales de la ciudad.